Las lágrimas de Atum ...

el cielo de Palestina
El cielo era de un color azul intenso. Omar Yusef recordó aquel relato de las lágrimas de Atum que Nadia le había contado. La antigua divinidad egipcia había llorado, y sus lágrimas se habían convertido en seres humanos, pero aquel no era un dios en el que Omar Yusef pudiera creer. Su Dios personal había llorado arena, una tormenta de arena que lo había cegado y asfixiado hasta que se vio obligado a dejar de llorar. Mientras el encargado echaba paladas de tierra sobre la tumba del soldado, Omar Yusef contempló el cielo azul y sonrió. Los ojos de aquel dios estaban resecos de tanto llorar.

Beynon Rees, M. (2009) Una tumba en Gaza.

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