Y los libros no dicen nada ...

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- Una cosa más -dijo Beatty-. Por lo menos, una vez en su carrera siente esa comezón. Empieza a preguntarse qué dicen los libros. Oh, hay que aplacar esa comezón, ¿eh? Bueno, Montag, puedes creerme, he tenido que leer algunos libros en mi juventud, para saber de qué trataban. Y los libros no dicen nada. Nada que pueda enseñarse o creerse. Hablan de gente que existe, de entes imaginarios, si se trata de novelas. Y si no lo son, aún peor: un profesor que llama idiota a otro filósofo que critica al de más allá. Y todos arman jaleo, apagan las estrellas y extinguen el sol. Uno acaba por perderse.

 - Bueno, entonces, ¿qué ocurre si un bombero accidentalmente, sin proponérselo en realidad, se lleva un libro a su casa?

 Montag se crispó. La puerta abierta le miraba con su enorme ojo vacio.

- Un error lógico. Pura curiosidad -replicó Beatty

- No nos preocupamos ni enojamos en exceso. Dejamos que el bombero guarde el libro veinticuatro horas. Si para entonces no lo ha hecho él, llegamos nosotros y lo quemamos

- Claro.

Bradbury, R. (1993) Farenheit 451

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